Para Julia Aramendi:
I.
Si alguna vez llegáis a ser lectores
de mis simplezas y si no os espanta
acercar vuestras manos hasta mí...
II.
Te encomiendo mi amor y mi persona,
Aurelio. Este favor que ahora te pido
es modesto (y honesto): si anhelaste
alguna vez de todo corazón
que fuese puro y estuviese intacto
aquello que tú tanto deseabas,
protege a mi chaval honestamente,
no digo de la gente, nada temo
de los que van y vienen, a lo suyo
por la plaza y transitan distraídos.
Sin embargo, de ti sí tengo miedo
y de tu polla, alzada, ese peligro
para los chicos buenos (y los malos).
Muévela todo lo que te apetezca,
cuando te venga en gana, donde gustes.
si está presta al combate y anda fuera.
Sólo exceptúo, para ser honestos,
a este muchacho. Si tu mala idea
y tu inmoral locura, condenado,
te empujaran a crimen tan horrible
como herirme a traición donde más duele,
ay de ti entonces, pobre desgraciado:
después de separarte bien las pieras,
por la puerta de par en par abierta
te meteremos rábanos y peces.
III.
Por culo os voy a dar y por la boca,
Aurelio maricón, y puto Furio,
que a mí me habéis juzgado por mis versos:
porque ellos son eróticos, yo impúdico.
Casto tiene que ser el buen poeta
en su persona, pero para nada
en sus versos, que tienen sal y gracia
si son eróticos y poco púdicos
y pueden excitar lo que les pica
no digo ya a chavales, sino a tíos
peludos que no pueden con sus músculos.
Y porque habéis leído "muchos miles
de besos" ¿me juzgáis poco hombre?
Por culo os voy a dar y por la boca.
IV.
Si es justo que le corte el gusto a uno
el maldito cabrón de los sobacos,
o si merece alguno que el reúma,
lo despedace y lo imposibilite
es es rival tuyo que practica
amor con tu mujer. Él se ha ganado
a pulso los dos males: un milagro.
Pues cada vez que se la folla, sufren
los dos una venganza compartida:
ella, que se desmaya (del olor),
él, que se muere (pero de reúma).
V.
Odio y amo. Quizá me preguntes por qué.
No lo sé, pero así lo siento. Y sufro.
VI.
Si un deseo le fuera concedido
alguna vez a un hombre que lo había
pedido, pero ya ni lo esperaba,
especialmente grato se le hace.
Por eso a mí se me hace también grato
y me resulta más valioso que oro,
que vuelvas a mi lado, Lesbia mía,
a mí, que había pedido ese deseo,
vuelves, a mí que ya ni lo esperaba.
¡Oh día que merece señal blanca!
En la felicidad que me hace único
¿quién de los que están vivos me supera?
¿O quién puede decir que existen cosas
más deseables que esta vida mía?
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