La historia que os traigo hoy es la de una mujer menuda y obesa, una dama sin duda adelantada a su tiempo: Margarita Tudor (1489-1541), hija, hermana, esposa, madre y abuela de reyes que vivió su vida tal y como quiso en una época en la que esto estaba completamente vetado a las mujeres.
Vino al mundo Margarita Tudor el 28 de noviembre de 1489 en el palacio de Westminster, Londres, siendo la segunda hija del matrimonio formado por el rey Enrique VII de Inglaterra y su esposa Isabel de York. Tenían los reyes ingleses ya un hijo varón, Arturo, y a Margarita seguirían otros cinco: Enrique, Isabel, María, Edmundo y Catalina, aunque sólo Enrique, futuro Enrique VIII y María, futura reina de Francia y duquesa de Suffolk, sobrevivirían a la infancia.
Siendo aún Margarita muy joven, su padre había comenzado a forjar para ella una ventajosa alianza matrimonial con el rey Jacobo IV de Escocia. El casamiento aportaría a Margarita, perteneciente a una dinastía recién nacida, el título de reina, y legitimaría así definitivamente la instauración de Enrique VII en el trono inglés, que había ganado por las armas en la batalla de Bosworth (1485). Además, con el matrimonio escocés Enrique VII pretendía ganarse la amistad del país vecino, objetivo que al final no se lograría. Como tampoco se lograría la felicidad conyugal de la pareja.
En cuanto Margarita fue núbil se celebraron los esponsales por poderes y se la envió a su patria de adopción. La joven no contaba aún 14 años cuando contrajo matrimonio con un hombre de 30 el 8 de agosto de 1503 en la abadía de Holyrood. Al principio el matrimonio fue feliz. Margarita admiraba la edad y experiencia de su mujeriego esposo, que durante algún tiempo olvidó sus escarceos nocturnos obnubilado, como estaba, por la novedad. A él le gustaba su esposa, que era rellenita, como marcaban los cánones de la época; tenía una hermosa cara y grandes pechos, a pesar de su tierna edad.
Su primer hijo nació en 1507, cuando Margarita contaba 17 años. El pequeño príncipe fue llamado Jacobo, por su padre, pero moriría apenas un año después. Los padres estaban destrozados, pero esta pena no hizo sino aumentar las diferencias que ya habían comenzado a surgir entre los esposos. En 1508 una hija nació muerta, y también murió en la cuna el hijo nacido en 1509, Arturo. Por aquel entonces el matrimonio era un completo fracaso y Jacobo y Margarita decidieron no dormir juntos durante una temporada. A partir de entonces tendrían hijos sí, pero sólo por deber, no por placer. El 15 de abril de 1512 nacía Jacobo, el único de sus hijos que llegaría a la edad adulta y de quien su padre estaba absolutamente orgulloso. Más tarde, ese mismo año, Margarita perdería otra niña.
En 1513, después de años de tensiones, estalló la guerra entre Escocia e Inglaterra, gobernada por Enrique VIII, el hermano menor de Margarita. La batalla de Flodden tuvo lugar el 9 de septiembre de 1513. Jacobo IV murió en batalla y su hijo Jacobo, de 17 meses, se convirtió en rey con el nombre de Jacobo V. Margarita, embarazada de nuevo, se convirtió en una joven regente de 24 años.
Ya incluso antes de la muerte del rey de Escocia, Margarita había venido manteniendo una relación, más o menos oculta, con Archibaldo Douglas (1489-1557), conde de Angus. Muchos llegaron a pensar que el príncipe Alejandro, nacido en 1514 y que se tuvo como hijo póstumo de Jacobo IV, era en realidad hijo de Angus. Tan sólo tres meses después del nacimiento de Alejandro, Margarita se casó con su amante, perdiendo su derecho a ser regente, pues ya no era Reina Viuda, y el favor del pueblo, siempre compasivo con una joven viuda pero nunca con una mujer enamorada.
Juan Estuardo, duque de Albany, un primo del difunto rey, le arrebató el poder y Margarita y su flamante marido se vieron obligados a buscar ayuda en la Corte de Inglaterra. Mientras gozaba del favor de Enrique VIII, Margarita no cesó de intrigar, cambiando su alianza con los ingleses por las tendencias francófilas de Albany, en un intento por retomar el poder. Margarita escribió a Albany secretamente y éste la autorizó a regresar pero como Reina Madre, no como Reina Regente. El astuto Albany creyó mucho más sensato apaciguar a la apasionada Margarita y tenerla vigilada en Escocia que no intrigando a sus anchas en la Corte de su beligerante hermano.
En 1515, y aún en suelo inglés, nació su hija Margarita Douglas, que se criaría en la Corte de Enrique VIII, y poco después fallecía el pequeño Alejandro sobre quien siempre ha pesado la duda de la bastardía. Por aquel entonces su matrimonio con Angus era también un desastre, pues su segundo marido era infiel constantemente y la maltrataba públicamente, por lo que Margarita pronto comenzó a buscarse sus propios amantes. Mientras tanto su hijo Jacobo, el pequeño rey de Escocia, era trasladado por aquellos que se decían sus protectores de un castillo a otro con el fin de alejarlo de sus obligaciones, que, por ser tan niño, aún seguían siendo pocas. Su objetivo era hacer de él un hombre indolente y perezoso que fuese fácil de gobernar. En 1526 Jacobo V fue detenido en el castillo de Falkland y Margarita se puso manos a la obra para sacarlo de allí. Incluso llegaría a vender algunas de las joyas que le había legado su madre y que habían sobrevivido a su extravagante y derrochador estilo de vida. Pero cada vez más nerviosa por el pésimo negocio que había realizado al casarse con el ambicioso pero estúpido y violento Angus, pronto se olvidó de los problemas de su hijo y se centró en conseguir una anulación matrimonial que salvaguardase la fortuna y la posición de su hija Margarita.
Por aquel entonces ya estaba inmersa en una nueva relación amorosa con Enrique Estuardo (1500-1558), Lord Methven, once años menor que ella y miembro de una rama secundaria de la Casa Real de Escocia. En enero de 1528 consiguió por fin la ansiada anulación de su matrimonio con Angus, y apenas dos meses después, refugiada en la Corte de su hermano Enrique, se casó con Methven. Probablemente a finales de aquel año nació la única hija de aquel matrimonio y última de Margarita, Dorotea, que moriría niña en Londres, donde se criaba.
En aquel mismo año de 1528 Jacobo V consiguió escapar de Falkland, comenzando su reinado efectivo a la edad de 16 años. En 1529 haría abuela a Margarita a la edad de 39 años, al dar a luz Isabel Shaw a un hijo bastardo, Jacobo Estuardo, que sería abad de Kelso y Melrose.
Debido a las malas relaciones entre Escocia e Inglaterra, Margarita Tudor trató de organizar un encuentro entre Jacobo V y Enrique VIII en 1534, pero Jacobo la acusó de traicionar su confianza y desvelar secretos de Estado y dejó de confiar en ella. En 1535 Margarita pidió permiso a su hijo para pedir la anulación matrimonial de su matrimonio con Methven, que también había acabado en un auténtico fiasco. Jacobo, atónito por la forma de vida excéntrica, escandalosa y disoluta que llevaba su madre, se negó en rotundo. A principios de 1536 abandonó a Methven, fugándose al castillo de Stirling con un amante adolescente cuya identidad se desconoce. En abril de aquel mismo año, el comportamiento de su hija Margarita, de 21 años, también dio lugar a un nuevo escándalo. Se descubrieron sus planes de boda y sus relaciones íntimas con Tomás Howard, un tío de la reina Ana Bolena, que ya había caído en desgracia. Como todo este asunto se llevó a cabo a espaldas de Enrique VIII, la joven pareja fue encerrada en la Torre de Londres. Margarita Tudor escribió a su hermano implorándole liberase a su hija, pero éste ni se dignó a contestar, pues consideraba que eran los pésimos ejemplos que ella había dado a su hija con su desordenada vida los que habían llevado a la joven a actuar de aquella forma. Enrique VIII accedería a liberar a Margarita Douglas sólo después de que ésta se lo rogase y acusase a Howard de haberla engañado, jurando además que su unión no se había consumado sexualmente, algo más que probablemente incierto. Howard moriría de inanición en la Torre un año después.
En 1537, con motivo del matrimonio de Jacobo V con la princesa Magdalena de Francia, Margarita Tudor fue forzada a regresar al lado de Methven, para mantener el decoro en la Corte de Escocia. Tras asistir a los esponsales de su hijo, Margarita y su marido se retiraron al castillo de Methven, donde gozaron de una reconciliación tardía. Margarita había engordado cada vez más, hasta convertirse en una obesa que se acatarraba con facilidad. Padeció úlceras parecidas a las que sufriera Enrique VIII, muy dolorosas e insoportablemente malolientes. Comenzó a beber en exceso y su hijo Jacobo acabó por no tratarla. Murió en el castillo de Methven el 18 de octubre de 1541. Un mes después habría cumplido 52 años.
Su marido, Lord Methven, reincidiría en matrimonio tres años después, casándose con una prima, Juana Estuardo. Jacobo V moriría un año después que su madre, a los 30 años, apenas unos días después de que naciese su hija, la trágica María Estuardo, que le sucedió inmediatamente. En cuanto a la otra hija, Margarita Douglas, tras un nuevo escándalo amoroso con otro Howard en 1541, casaría en 1544 con el noble escocés Mateo Estuardo, conde de Lennox, con quien tuvo dos hijos varones supervivientes. El mayor, Enrique, el famoso Lord Darnley, casaría con su prima María Estuardo, perpetuándose en este matrimonio las Casas Reales de Escocia e Inglaterra.
Margarita Tudor fue sin duda una mujer egoísta, violenta, irresponsable y extravagante. Sin embargo, su figura se vio empañada en gran medida por haber nacido mujer. Tal vez un hombre igual de aguerrido habría tenido mejor fortuna a los ojos de sus contemporáneos y de la posteridad. Margarita vivió como quiso, aunque a veces por razones económicas tuviera que contentarse con lo que su hijo o su hermano le imponían; y amó como quiso. Tuvo, como sus hermanos Enrique y María una personalidad sensual y divertida siempre dispuesta a buscar nuevos entretenimientos para no aburrirse. Júzguesela como se quiera, porque lleva un porrón de años muerta y en realidad ya no importa, pero no se puede negar que nos hallamos ante una figura fascinante
Interesante mujer donde las haya y la biografia impecable. Un besito Gonzalete!
ResponderEliminarMuchas gracias, Valquiria. besos!
ResponderEliminarUna historia apasionante...¡me encanta!.
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