Amberes es sinónimo de color, luz, humanismo en movimiento. Amberes, reina de tierras bajas, escuela de pensadores, nido de comerciantes, cobijo de los borrachos. Tus campanas tañen a veces a ritmo de “Yesterday”, otras, a ritmo de “Summertime” y, las más, a ritmo de tiempos lejanos que se han quedado pegados en la torre de la catedral, en Grote Markt, en la Meir, en el puerto, en las plazas… Amberes es volver a casa a dormir cuando la ciudad se despierta. Amberes es conversar con propios y ajenos sobre el mar, el futuro, el pasado y, a veces, el presente. Un día en Amberes no es un día sin la consabida cerveza; para gustos hay colores. Amberes es enamorarse como la primera vez, o como la última; Amberes es saber que tú no eliges la ciudad. Curioso mecanismo del destino, la ciudad, rediviva, te elige a ti.
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