viernes, 9 de julio de 2010

Antwerpen


Amberes es sinónimo de color, luz, humanismo en movimiento. Amberes, reina de tierras bajas, escuela de pensadores, nido de comerciantes, cobijo de los borrachos. Tus campanas tañen a veces a ritmo de “Yesterday”, otras, a ritmo de “Summertime” y, las más, a ritmo de tiempos lejanos que se han quedado pegados en la torre de la catedral, en Grote Markt, en la Meir, en el puerto, en las plazas… Amberes es volver a casa a dormir cuando la ciudad se despierta. Amberes es conversar con propios y ajenos sobre el mar, el futuro, el pasado y, a veces, el presente. Un día en Amberes no es un día sin la consabida cerveza; para gustos hay colores. Amberes es enamorarse como la primera vez, o como la última; Amberes es saber que tú no eliges la ciudad. Curioso mecanismo del destino, la ciudad, rediviva, te elige a ti.

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