miércoles, 5 de enero de 2011

Selección de Catulo (87 a.C - 57 a.C)




Para Julia Aramendi:


I.


Si alguna vez llegáis a ser lectores

de mis simplezas y si no os espanta

acercar vuestras manos hasta mí...


II.


Te encomiendo mi amor y mi persona,

Aurelio. Este favor que ahora te pido

es modesto (y honesto): si anhelaste

alguna vez de todo corazón

que fuese puro y estuviese intacto

aquello que tú tanto deseabas,

protege a mi chaval honestamente,

no digo de la gente, nada temo

de los que van y vienen, a lo suyo

por la plaza y transitan distraídos.

Sin embargo, de ti sí tengo miedo

y de tu polla, alzada, ese peligro

para los chicos buenos (y los malos).

Muévela todo lo que te apetezca,

cuando te venga en gana, donde gustes.

si está presta al combate y anda fuera.

Sólo exceptúo, para ser honestos,

a este muchacho. Si tu mala idea

y tu inmoral locura, condenado,

te empujaran a crimen tan horrible

como herirme a traición donde más duele,

ay de ti entonces, pobre desgraciado:

después de separarte bien las pieras,

por la puerta de par en par abierta

te meteremos rábanos y peces.


III.


Por culo os voy a dar y por la boca,

Aurelio maricón, y puto Furio,

que a mí me habéis juzgado por mis versos:

porque ellos son eróticos, yo impúdico.

Casto tiene que ser el buen poeta

en su persona, pero para nada

en sus versos, que tienen sal y gracia

si son eróticos y poco púdicos

y pueden excitar lo que les pica

no digo ya a chavales, sino a tíos

peludos que no pueden con sus músculos.

Y porque habéis leído "muchos miles

de besos" ¿me juzgáis poco hombre?

Por culo os voy a dar y por la boca.


IV.


Si es justo que le corte el gusto a uno

el maldito cabrón de los sobacos,

o si merece alguno que el reúma,

lo despedace y lo imposibilite

es es rival tuyo que practica

amor con tu mujer. Él se ha ganado

a pulso los dos males: un milagro.

Pues cada vez que se la folla, sufren

los dos una venganza compartida:

ella, que se desmaya (del olor),

él, que se muere (pero de reúma).


V.


Odio y amo. Quizá me preguntes por qué.

No lo sé, pero así lo siento. Y sufro.


VI.


Si un deseo le fuera concedido

alguna vez a un hombre que lo había

pedido, pero ya ni lo esperaba,

especialmente grato se le hace.

Por eso a mí se me hace también grato

y me resulta más valioso que oro,

que vuelvas a mi lado, Lesbia mía,

a mí, que había pedido ese deseo,

vuelves, a mí que ya ni lo esperaba.

¡Oh día que merece señal blanca!

En la felicidad que me hace único

¿quién de los que están vivos me supera?

¿O quién puede decir que existen cosas

más deseables que esta vida mía?

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